Patologización de la vida

Patologización de la vida

Durante el mes de octubre se conmemora una fecha importante en las luchas Trans. En el 2018, la Organización Mundial de la Salud dejó de considerar a la transexualidad como un trastorno mental. Sin embargo, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) todavía la caracteriza como “incongruencia de género”. La lucha continúa.

En la vida diaria, ¿qué significa? Patologizar es en realidad controlar y someter. A pesar de que desde hace 51 años, lxs colectivxs LGBTI+ han venido promoviendo el reconocimiento de sus derechos, estos no se respetan cabalmente. Incluso, muchos Estados los desconocen haciendo gala de su inobservancia. Precisamente es este rasgo de la exclusión, el prejuicio y la violencia, llamado LGBTIfobia, el que aún se mantiene enraizado en la sociedad y más aún se lo cultiva día a día siguiendo los preceptos del sistema sexo – género binario y heteronormado.

Bajo esta consideración, se asume que todas aquellas personas que no responden al estereotipo de género en “congruencia” con el sexo asignado al nacer no son “normales”. De ahí parte la idea de enfermedad o trastorno que afecta a la población Trans. Esta supuesta lógica de coincidencia “natural” entre sexo y género es la que la desplaza de su acceso a los derechos humanos. A partir de este evento, aparentemente mínimo para casi la totalidad de la sociedad, ser Trans se convierte en un infierno.

Ir a un banco para realizar una transacción financiera significa, literalmente, desnudar la identidad, aún cuando ya se haya podido cambiar el nombre en la cédula de ciudadanía. Siempre habrá algún detalle por el cual la persona Trans deba dar explicaciones. Sorprende ver a mujeres Trans en el cotidiano. Mucha gente se pregunta: ¿qué son? 

Una persona Trans no puede utilizar un baño público sin que tema ser expulsada. No existe apoyo médico del Estado para ningún procedimiento que involucre los aspectos de la transición, ya que se los considera meramente estéticos. Los hombres Trans están en constante peligro de violación si se llega a “descubrir” que en su anatomía se halla una vagina. Los asesinatos de mujeres Trans se los incluye dentro de los homicidios, negando el hecho de que se trata de mujeres. 

Nuestra sociedad en el siglo XXI patologiza la diversidad, controla y somete. Nuestra sociedad está enferma de soberbia.

Es violencia basada en género no considerar mujeres a las mujeres Trans. Es violencia machista el acoso diario que deben sufrir las personas que no se mimetizan con el uso de la norma heterosexual. Es violencia patriarcal tener que ser el modelo que diseña el sistema para poder sobrevivir. Liberar la sociedad, ese anhelo tan lejano, parte de abandonar los convencionalismos grotescos y cavernarios que aplicamos en la sexualidad; parte de la consideración de que todas las personas tenemos derechos humanos; parte de poder reflejarnos en la humanidad de quien está enfrente nuestro.

Basta de falsas congruencias para crear modelos complementarios útiles al sistema (cis–tema). Basta de esa oposición terca de lo supuestamente normal o anormal. Obligar a entrar en posiciones binarias a las personas no es natural, ¡es violento! 

Las personas Trans no son enfermxs. No son delincuentes. No tienen porqué darnos explicaciones de su vida. La gente no tiene derecho de pedírselas. Las personas Trans no mendigan un espacio en la sociedad. Las personas Trans exigen respeto. Las personas Trans son personas humanas.

Esta es una iniciativa que se realiza gracias a la Oficina de Población, Refugiados y Migración y a la Embajada de los Estados Unidos en Ecuador. Trabajamos con CARE Ecuador y Fundación Alas de Colibrí en el Proyecto Protección Multisectorial ante la Crisis Humanitaria – Fase II.

 

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