Salir del Clóset

Salir del Clóset

Por: Jorge Medranda, Coordinador de Protección de Derechos de Diálogo Diverso

Hace más de veinte años, mientras era parte de la Fundación Ecuatoriana de Acción y Educación para la Promoción de la Salud, FEDAEPS, todas las noches de los jueves se esperaba el Día de Salida del Clóset como un acontecimiento especial dentro del espacio lúdico “Punto Rosa”. La población LGBTIQ+ acudía en buen número al encuentro. Se montaba armarios de papel que eran rotos en pedazos por quienes se debutaban públicamente (al menos en este espacio seguro) como lesbianas, gais, bisexuales o trans. Ha corrido mucha agua bajo el puente luego de 25 años de Despenalización de la Homosexualidad en Ecuador y las leyes a favor de los derechos no lo resuelven todo, a veces casi nada.

Para salir de un clóset hay que entrar en él primero. Este lugar metafórico sirve a muchas personas en muchas ocasiones para salvaguardarse de la violencia. En el caso de las personas LGBTIQ+ entrar es un proceso que se descubre siendo niñxs y se acepta dolorosamente cuando se vive la violencia de la discriminación dentro y fuera del hogar. El tiempo endurece las heridas y nos acostumbramos al maltrato al punto de naturalizarlo. Un día no nos damos cuenta de que estamos en el clóset y que complacemos al injusto y cruel sistema de género.

Si se es Cis, el espacio se vuelve cómodo a ratos y nos mimetiza frente al ojo crítico de lxs demás. Somos como todxs, caminamos igual, comemos igual, trabajamos igual, hacemos todo en clave de heteronorma, aun así somos discriminadxs por alguna sutil señal que nos delata. Para unxs habrá la oportunidad de salir y gritar libertad. Para otrxs la permanencia toma forma de cárcel y la condena por ser ellxs mismxs será llevada hasta el fin de sus vidas. Se manifestará de múltiples maneras que les hará pensar que son “normales” sin embargo nunca amarán ni serán amadxs y sobre todo nunca serán ellxs mismxs.

Cuando se es Trans o se expresa la identidad de género de una forma no alineada con el sistema, la sola presencia desafía al mundo a cada minuto. No hay clóset que proteja por más elaborado que sea. La condena es el rechazo permanente de todas las personas, empezando por las familias. La soledad absoluta es la nueva norma. La violencia se impone y blinda el cuerpo, la cuerpa, la piel se curte y los sentimientos se callan. Las agresiones, los insultos, el desprecio y muchas veces la muerte son el alto precio que se paga por ser unx mismx.

En todos los casos existe un enemigo aún peor: las LGBTIQfobias internalizadas. Esta fuerza de destrucción que se acciona dentro de la persona la llevará a hacerse daño sin reparar en lo que acontece. Ningún clóset defiende en este caso. Unx no se puede mentir a unx mismx y se violentará al ritmo que impone la norma cis hetero patriarcal.  Es como flagelarse para expiar un pecado. Algunxs no soportan la presión y cortan su vida de raíz. Estamos en el siglo XXI y ocurre. Tenemos una Constitución que garantiza derechos y estos no han llegado a la población. ¿Qué falta?

Sensibilidad de todxs para vernos y respetarnos como personas. Educación para entender que ser humano no es ser parte de la maquinaria de explotación que es el sistema. Abrir los ojos para percibirnos diversxs. Amarnos a nosotrxs mismxs por sobre todas las violencias y prejuicios.

Cuando una persona, por alguna razón está en el clóset, podría desarrollar resiliencia, volverse fuerte y enfrentar la corriente para no ser llevada como una hoja a la deriva, sino ser como un pez que fluye y lucha por vivir. Es decir, levantar una estrategia para no perecer, sino para demostrarse a unx mismx que se tiene derecho a ser.  Enfrentar la máquina y deconstruirla desde dentro. Gritar que para ser persona no es necesario encajar en moldes. Ser libre en dignidad y derechos.

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