Por un cupo laboral Trans

Por un cupo laboral Trans

Por Lady Gorozabel

  • Este artículo responde únicamente a las opiniones del/la autor/a.

¡Hola! Mi nombre es Lady Cathaleya Gorozabel. Soy una mujer Trans de 29 años, residente en el Cantón Santa Ana de Manabí. En junio de 2020 me incorporé como Licenciada en Trabajo Social en la Universidad Técnica de Manabí. Logré este objetivo a pesar de haber experimentado discriminación y violencia por parte de compañeros y profesores. Sin embargo, siempre supe que mi título y formación estaban en primera línea para conseguir una plaza laboral.

Escribir, recordar y plasmar mis sentimientos sumergen mis ojos en lágrimas para poder contar esta historia de dolor. La odisea comenzó en junio del presente año en el GAD Municipal de Santa Ana, en donde, en audiencia con el Alcalde Orlando García, presenté mi hoja de vida para poder conseguir una vacante laboral. Él me derivó con el señor Carlos Franco, Director de Desarrollo Humano, para que me ubicara en el proyecto del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) y en quince días pudiera entrar a trabajar.

Pasaron esos días y obtuve una respuesta negativa. Ante esto, volví hablar con el Alcalde y procedió a dialogar con Gonzalo Andrade, Director Administrativo, para evaluar en donde me ubicaban. Sin embargo, la respuesta no fue favorable y me pidieron que esperara a julio. Llegó ese mes y no hubo acciones. Tratar de conseguir un trabajo en mi tierra fue y es complicado, sobre todo cuando eres una mujer Trans. En este proceso de engaños y mentiras, pude evidenciar la violencia y la discriminación a la que me veía expuesta, por no querer a una personal “anormal” dentro del GAD Municipal.

Mi preocupación comenzó a subir de nivel debido a la desesperación de conseguir un trabajo para pagar mis necesidades como arriendo, servicios básicos, entre otras. Caí en ansiedad y depresión, solo quería llorar. Perdí por algunos meses el apetito, pasaba todos los días en mi cuarto revisando la página de Socio Empleo, que en la actualidad se llama Encuentra Empleo. Buscaba y mandaba por correo mi hoja de vida a diferentes instituciones de las cuales en solo tres he realizado una entrevista por medio de video llamada y no he pasado a la siguiente etapa. Tengo la hipótesis de que el personal de Talento Humano descarga mi hoja de vida y al darse cuenta que soy una mujer Trans, no me ven apta para el puesto de trabajo.

Mi angustia cada día se aceleraba más. Tenía que medicarme para no caer en depresión. A raíz de esto, publiqué en varias ocasiones en la página de empleo MIES, pero no hubo respuesta. En agosto, después de tanta insistencia, logré conseguir un acercamiento con el ex Coordinador Zonal del MIES de Manabí – Zona Sur, el Ab. Juan I. Conversamos, le entregué en evidencia todas las postulaciones que había realizado y que fueron ignoradas. Mandaron mis documentos a Quito, la capital, y no convalidaron mi experiencia laboral. Mi caso ahora se encuentra en la Subsecretaría de las Diversidades, sin ninguna respuesta.

El 4 de noviembre llegué a Cayambe, Pichincha, para encontrar una oportunidad de trabajo en alguna empresa florícola, sin embargo, no sabía que este viaje era el comienzo de otras olas de discriminación, rechazo y violencia que se me avecinaban. Los primeros días busqué vacantes de embonchadora (empacadora) por la experiencia que tengo. El 10 de noviembre me acerqué a la empresa Ecuatorian Flower, porque necesitaban embonchadores. Ingresé para la entrevista y la prueba y completé lo requerido. Para el 11 de noviembre ya me habían contratado.

La señora Hortensia Z. me brindó un cuarto de arriendo. Al pasar los días, la dueña se enteró de mi presencia y le comunicó a la administradora que yo debía salir de la casa, que no debió haberme recibido y que tenía hasta fin de mes para desocupar.  Busqué en redes sociales y anoté algunos números telefónicos para comunicarme con los arrendadores para pedir información.  Me daban la dirección, pero cuando llegaba para finalizar el proceso, los arrendadores me decían que ya estaba ocupado. Sin duda, estas fueron manifestaciones de discriminación.

Pasaban los días y no conseguía un lugar para vivir. Debía entregar el cuarto y en mi trabajo la situación no era diferente. Viví discriminación, rechazo, violencia y actos de odio por ser una mujer Trans. A continuación, detallo algunos de esos momentos:

  • Trabajador de Cultivo (Sin nombre, pero identificado): En el transporte del trabajo, había un señor que estaba sentado dos asientos adelante. El bus estaba casi vacío cuando me di cuenta que el trabajador le hacía señas a otro trabajador postcosecha, para que yo le hiciera sexo oral.
  • Trabajador de postcosecha: Yo estaba en mi lugar de trabajo cuando Don Óscar repartía las grapas. Cuando llegó a mi mesa, me dijo: “Oye, ¿Tú qué andas diciendo que ya me enteré?” Yo, con cara de sorpresa, le dije: “¿Qué cosa?”. Él me contestó: “La colorada ya me dijo lo que andas diciendo, maricón. Para que sepas, a mí me gustan las mujeres, no los maricones.” Me quedé sorprendida y hablamos con otra persona sobre el mal entendido.
  • Trabajador de postcosecha: Cuando fui a retirar separadores de la bodega, el encargado me dijo que, según la biblia y Dios, los maricones como yo no entran al reino de Dios. No respondí.
  • Trabajador de postcosecha (Sin nombre, pero identificado): En mi último día de trabajo, un joven al verme gritó “ya llegó la tuya”, señalando a otro hombre. Su intención fue burlarse de mi identidad de género.

De todas estas vulneraciones, solo reporté la primera. Además, vi en carne propia como le gritaron a otra mujer Trans en el transporte del trabajo, sin embargo, el personal del área administrativa no tomó acciones en el asunto.

El domingo 5 de diciembre, cuando debía entregar el cuarto, escuché a la dueña comentando a otro joven que el maricón ya se iba hoy, que ya quería que se largue. Mi esposo estaba en camino a dejarme unas cosas y cuando llegó le manifesté que no sabía qué hacer y lloré por varios minutos.

Escribí a una chica que publicó anuncios de arriendo para decirle que alquilaría uno inmediatamente. Mi esposo me acompañó, cuando llegamos una señora me recibió y me negó el cuarto diciendo que ya correspondía a una mujer que estaba pronta a llegar (ella no sabía que era yo). Al ver su reacción de rechazo me retiré. Le comenté a mi esposo que me negaron el alquiler, una vez más. La chica, luego de unos minutos me escribió, pero le comenté que su abuela no quiso rentarme la habitación por ser transfóbica.

En ese momento decidí arreglar mis maletas y regresar a Manabí. Viví diferentes manifestaciones de rechazo, discriminación y violencia por ser una mujer Trans. No podía más enfrentar esta situación, mucho menos sola. Ahora estoy con mi familia. Me siento segura, pero el dolor prevalece por todo lo que sufrí sin dar algún motivo. Al recordar cada palabra y cada expresión, mis lágrimas son de pesar para seguir adelante. Al final del día solo busco una oportunidad, un cupo laboral, que, por mi identidad de género, se me ha hecho imposible.